domingo, 30 de diciembre de 2012

LEYENDAS DE QUITO

LEYENDAS DE QUITO



las leyendas son un principal atractivo para los turistas que visitan esta hermosa ciudad de quito,ademas cada leyenda contada tiene algo de verdad y falsedad, sin embargo con el transcurso de los años las han contado y se han convertido en parte importante de las tradiciones de quito , quien nunca a escuchado alguna leyenda contada por los abuelitos o entre las aulas escuchar contar alguno  de los compañeros lo que alguien le contó verdad o no la leyenda se difunde y esto es lo que hace a Quito un rincón único entre todos.
Al escuchar un turista una leyenda queda asombrado , Quito esta lleno de leyendas 
en  cada esquina , cada calle ,cada iglesia tiene  una leyenda que la hace única, es por eso que quienes visitan nuestra ciudad y escuchan una  leyenda  siempre querrán escuchar una mas.





La bella Aurora

Esta es una de las leyendas más famosas de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la historia, todo empezó en la Plaza de La Independencia cuando allí aún no existía ningún monumento.
En este lugar vivía Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida de toros.
Según cuentan quienes asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde salió un toro negro que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña. La observó fijamente e hizo que la niña espantada se desmayara del miedo.
Sus padres desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a su hogar y pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué Bella Aurora no podía reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde vivía Bella Aurora.





LA IGLESIA DEL ROBO
Los sacerdotes subían cierta mañana por la quebrada de Jerusalén. Iban llenos de preocupación. A poco rato se detuvieron. ¡Cuál no sería su sorpresa al ver en el suelo el copón y las hostias perdidos!
¿Qué había sucedido?
-Unos ladrones habían cometido ese sacrilegio. Hasta dar con ellos hubo procesiones. Españoles e indios salieron a las calles de Quito. Llevaban imágenes de santos y crucifijos e iban arrastrando cadenas y grillos. Algunas personas caminaban azotándose o puestas en cruz.
-¿Y para qué hacían todo eso?
Para calmar la furia de Dios. Decían que a Quito llegaría una terrible peste.
La procesión salió de la Iglesia de Santa Clara. Siguió hasta el convento de Santo Domingo. De allí pasó a Santa Catalina. Luego se dirigió a las iglesias de la Compañía y La Catedral.
¿Qué pasó con los ladrones?
No aparecían por ningún lado. Entonces se organizó otra procesión tan grande y devota como la primera pero tampoco se dio con los ladrones. Cierto día fueron descubiertos por una india. Habían pensado que la caja del Santísimo era de plata maciza y guardaba joyas muy finas. Pero no hallaron sino el copón y las hostias. Por eso los botaron en la quebrada y luego huyeron a Conocoto.
¿Qué castigo recibieron los ladrones?
El morir ahorcados, arrastrados y descuartizados.
¿Se cumplió esa orden?
Al pie de la letra. En el lugar donde los religiosos encontraron los objetos sagrados se levanta hoy la Iglesia del robo.
El Padre Almeida
En el convento de San Diego vivía hace algunos siglos un joven sacerdote, el padre Almeida, cuya particularidad era su afición al aguardiente y la juerga.
Cada noche, el padre Almeida sigilosamente iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como ésta se hallaba muy alta, él subía hasta ella apoyándose en la escultura de un Cristo yaciente. Se dice que el Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le preguntaba al juerguista: "hasta cuando padre Almeida
lo que él respondía: "hasta la vuelta, Señor"
Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y el aguardiente corría por su garganta sin control alguno…con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente, los planes del padre Almeida eran seguir en ese ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente. Una madrugada, el sacerdote volvía tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su morada, cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora y como era curioso, decidió ver en el interior del ataúd, y al acercarse observó su cuerpo en el féretro.
El susto le quitó la borrachera. Corrió como un loco al convento, del que nunca volvió a escaparse para ir de juerga.

LA DAMA TAPADA
Hace más de doscientos años en las calles apartadas de Guayaquil, los trasnochadores veían la Dama Tapada. Anoche vi a la Dama Tapada, contaba en una reunión de amigos, el Fulanito. Son puros cuentos, respondía el amigo con aires de valentón. Yo nunca he tropezado con ella. Nunca se la ve antes de las 12 de la noche, ni después de las campanadas del alba, opinaba otro asistente a la reunión. Según la leyenda, la Tapada era una dama de cuerpo esbelto mandar garboso, que asombraba en los vericuetos de la ciudad y se hacía seguir por los hombres. Nunca se supo de dónde salía. Cubierta la cabeza con un velo, sorpresivamente la veían caminando a dos pasos de algún transeúnte que regresaba a la casa después de divertirse. Sus almidonadas enaguas y sus amplias polleras sonaban al andar y un exquisito perfume dejaba a su paso. Debía ser muy linda. Tentación daba alcanzarla y decirle una galantería. Pero la dama caminaba y caminaba. Como hipnotizado, el perseguidor iba tras ella sin lograr alcanzarla. De repente se detenía y, alzándose el velo se enfrentaba con el que la seguía diciéndole: Mírenme como soy... Si ahora quiere seguirme, síganme...Una calavera asomaba por el rostro y un olor a cementerio reemplazaba el delicioso perfume. Paralizado de terror, loco o muerto quedaba el hombre que la había perseguido. Si conservaba la facultad de hablar, podía contar luego que había visto a la Tapada

EL TREN NEGRO 
        En el límite entre la provincia de Tungurahua y Cotopaxi, cerca de Salcedo, esta la laguna de Yambo, que tiene sus aguas verdosas, lo que no permite mirar más de un metro de profundidad. Se cree también que la laguna está encantada, allí se hundió un tren del cual nunca señaló rastro alguno ni de los pasajeros tampoco. Cuentan los moradores del sector que por la vía férrea que bordea peligrosamente las peñas sobre la laguna, corría un tren viejo, tan viejo y herrumbrado que parecía ser de color oscuro. La gente lo llamaba el tren negro. Un Viernes Santo mientras hacía el recorrido de la tarde desde Quito hasta Riobamba, la locomotora tuvo que detenerse a la mitad del trayecto. Había llovido en la provincia de Cotopaxi y un gran derrumbe tapaba la vía. Los ferroviarios trabajaron el día entero para despejarle y solo cuando oscureció, los pasajeros se pudieron acomodar en los vagones y reiniciar la marcha. El tren negro pasó pitando por Salcedo antes de las once de la noche; pero al llegar al sector de Yambo, donde los aguaceros habían arrastrado gran cantidad de lodo hacia los rieles, ocurrió el descarrilamiento con un rugido estruendoso. Los pasajeros, que dormían fatigados, despertaron al sentir que la máquina se precipitaba al vacío. Algunos alcanzaron a implorar a Dios por la salvación de sus almas. Otros pidieron perdón por ofender a Cristo al viajar en día santo. El tren dejó escuchar su estrepitoso silbato en medio de la noche; como un monstruo agonizante cayó y se hundió en las aguas de la laguna sin fondo. Debido a que nunca se encontró rastro alguno se cree que todos los ocupantes desperecieron. Ellos se volvieron parte de la leyenda: cada Viernes Santo, a las doce de la noche, si  uno pasa por la carretera hacia Ambato escuchará el espantoso silbato del tren negro, acompañado por los gritos de las almas condenadas que penan en el fondo de las aguas.


LA CAPA DEL ESTUDIANTE

Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes se preparaban para rendir los últimos exámenes de su año lectivo. Uno de ellos, Juan, estaba muy preocupado por el estado calamitoso en el que se hallaban sus botas y el hecho de no tener suficiente dinero para reemplazarlas. Para él era imposible presentarse a sus exámenes en semejantes fachas; sus compañeros le propusieron vender o empeñar su capa, pero para él eso era imposible finalmente le ofrecieron algunas monedas para aliviar su situación, pero la ayuda tenía un precio; sus amigos le dijeron que para ganárselas debía ir a las doce dela noche al cementerio de El Tejar, llegar hasta la tumba de una mujer que se quitó la vida, y clavar un clavo, Juan aceptó. Casualmente aquella tumba era la de una joven con la que Juan tuvo amores en el pasado y que se quitó la vida a causa de su traición. El joven estaba lleno de remordimiento pero como necesitaba el dinero, acudió a la cita. Subió por el muro y llegó hasta la tumba señalada mientras clavaba, interiormente pedía perdón por el daño ocasionado. Pero cuando quiso retirarse del lugar no pudo moverse de su sitio porque algo le sujetaba la capa y le impedía la huida sus amigos le esperaban afuera del cementerio, pero Juan nunca salió. A la mañana siguiente, preocupados por la tardanza se aventuraron a buscarlo y lo encontraron muerto. Uno de ellos se percató de que Juan había fijado su capa junto al clavo no hubo ni aparecidos ni venganzas del más allá, a Juan lo mató el susto.


                      EL SAPO KUARTAM SE TRANSFORMA EN TIGRE
       Un shuar iba de cacería e incrédulo imitó el canto del sapo Kuartam, que vive en los árboles. Kuartam-tan, Kuartam-tan  lo retó en medio de la noche, pero nada pasó. Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes, dijo y rió. No lo hagas, le había dicho su mujer, porque puede transformarse en un tigre. No le creyó. Kuartam, el sapo, se convirtió en felino y lo comió. Nada se escuchó de su ataque, pero la mitad del cuerpo del shuar había desaparecido. Al alba, la muchacha decidió matar a Kuartam. Llegó hasta el árbol donde el batracio cantó la noche anterior. Tumbó el árbol que al caer mató a Kuartam, que se había convertido en un sapo con un estómago inmenso. La mujer cortó rápidamente la panza de Kuartam y los pedazos del shuar rodaron por los suelos. La venganza no le devolvió la vida al shuar pero su mujer pudo contar que nunca es bueno imitar a Kuartam. A lo lejos de la tupida floresta se escuchó un nuevo: kuartam-tan, kuartam-tan  sin saber si era un sapo o un shuar a la espera de un tigre


 LAGARTIJA QUE ABRIÓ LA CALLE MEJÍA
     Cuenta la historia que más o menos por los años de 1878, en lo que hoy comprende las calles de Olmedo, Guayaquil y Flores existía ahí el convento de los padres agustinos, un edificio muy antiguo de estructura débil. En la parte trasera del convento existía un huerto, que no producía más que maleza en él  no existía ni frutos o verduras y no tenía ninguna utilidad ni para los agustinos mucho menos para la población cercana. La estructura del convento como estaba un poco débil por los diferentes terremotos de los años de 1660, los agustinos decidieron construir en su parte trasera un muro que sostenga al convento. Este muro tenía la forma de un triángulo, y los agustinos decidieron ponerle el nombre de Cucurucho de San Agustín, es de ahí de donde nace el término de Cucurucho de San Agustín que más tarde le dará diferente significado la sociedad. La base de este muro se encontraba en la huerta del convento .Andrade Marín insiste al padre encargado alegando que esa huerta no tiene ninguna utilidad y más bien puede suceder que sirva de guarida para las alimañas y lo más seguro es que estas suban a los dominios de alguna persona, pero siempre las respuestas del padre fueron negativas. Luego de un mes sin previo aviso el padre manda a llamar a Andrade Marín de suma urgencia. Marín se dirige de inmediato y el padre le esperaba con una sorpresa. Le dice que le autoriza realizar la ampliación de la calle y todo lo que el quiera hacer. Marín sorprendido por el cambio repentino del padre le pregunta el por qué se su cambio de respuesta. El padre le contesta que la noche anterior justo al irse acostar, levantó las cobijas y vio en la almohada de su cama una lagartija y entendió que esa sabandija era un anuncio.



EL CRISTO DE LOS ANDES
     Los sacerdotes no podían creerlo, Manuel Chili, el pequeño indígena que se descolgaba de un lado a otro entre andamios y pasadizos en el interior de la iglesia de La Compañía, de pronto se convirtió en un gran artista. Los jesuitas, sorprendidos de la habilidad de este joven, decidieron tomarlo a su cargo, darle vivienda, comida y un poco de dinero, pues los talladores no tenían el reconocimiento de verdaderos artistas. También le ofrecieron una preparación especial en el arte, para que obtuviera un mejor dominio de la escultura y la pintura. Así nació el gran ¡Cas picara! Manuel trabajaba doce horas al día sobre andamios y bordes peligrosos. Esto le creó una extraña fobia a las alturas. Cuentan que por esta fobia permanecía largos ratos en silencio y con los ojos cerrados. El capellán de la iglesia cuando lo veía se enfurecía: él imaginaba que Manuel Chili estaba dormido. Su fama se extendió y sus obras empezaron a cotizarse en grandes pesos en oro. Las iglesias de nuestro país, como también las de Colombia, Perú, Venezuela y España, gozaban con la majestuosidad de sus cristos, marías y niños dioses. Es tanta la belleza de estas imágenes, que mucha gente les ha dado virtudes milagrosas .Actualmente sus obras no tienen precio, están valoradas en millones de dólares y son patrimonio cultural del país irónicamente, el maestro Manuel Chili murió en la pobreza mayor, abandonado en un hospicio y despreciado por la gente


 CAJA RONCA


        La Caja Ronca es un tambor que emite un sonido pausado, ronco y lejano, acompañado por el silbido triste de un flautín. Anuncia el inicio y final de la procesión de almas condenadas y demonios que recorre los pueblos del norte y centro de la Sierra, pasadas las 11 de la noche y luego de que una jauría de perros aúlla. Este instrumento es tocado por dos espectros vestidos de rojo, uno de los cuales encabeza el terrorífico cortejo y otro que va al final del mismo. La Caja Ronca se oye desde una gran distancia para advertir e invitar a los noctámbulos descarriados a que se recojan y no salgan de sus casas, porque de lo contrario serán escogidos por los espectros de ultratumba para que los acompañen a la otra vida. Hay quien dice que, ciertas veces, el propio Diablo ha llegado a tocar este instrumento, con el propósito de asustar a la gente y permitir que los ladrones realicen sus fechorías .Como remedio para alejar y hacer desaparecer el fúnebre sonido y la procesión que los compaña, se recomienda pellizcar a un niño de pecho, pero que ya haya sido bautizado



 MARIANGULA

     María Angula era una niña alegre y vivaracha, hija de un hacendado de Cayambe. Le encantaban los chismes y se divertía llevando cuentos entre sus amigo para enemistarlos. Por esto la llamaban la mete pleitos, la lengua larga o la "carishina "chismosa. Así, María Angula creció 16 años dedicada a fabricar líos con la vida de los vecinos, y nunca se dio tiempo para aprender a organizar la casa y preparar sabrosas comidas. Cuando María Angula se casó, empezaron sus problemas. El primer día Manuel, su marido, le pidió que preparara una sopa de pan con menudencias y María Angula no sabía como hacerla. Quemándose las manos con la mecha de manteca y sebo, encendió el carbón y puso sobre él la olla sopera con un poco de agua, sal y color, pero hasta ahí llegó: ¡no sabía qué más hacer !María Angula se incorporó horrorizada y, con el miedo saliéndole por los ojos, contempló como la puerta se abría empujada por esa figura luminosa y descarnada. María Angula se quedó sin voz. Ahí, frente a ella, estaba el difunto que avanzábamos tirándole su mueca rígida y su vientre ahuecado:¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura! Aterrada, para no verlo, se escondió bajo las cobijas, pero en instantes sintió que unas manos frías y huesudas la tomaban por sus piernas y la arrastraban, gritando:¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura! Cuando Manuel despertó, no encontró a su esposa, y aunque la buscó por todas partes, jamás supo de ella



La bella Aurora


Esta es una de las leyendas más famosas de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la historia, todo empezó en la Plaza de La Independencia cuando allí aún no existía ningún monumento.
En este lugar vivía Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida de toros.
Según cuentan quienes asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde salió un toro negro que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña. La observó fijamente e hizo que la niña espantada se desmayara del miedo.
Sus padres desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a su hogar y pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué Bella Aurora no podía reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde vivía Bella Aurora.





LA IGLESIA DEL ROBO

Los sacerdotes subían cierta mañana por la quebrada de Jerusalén. Iban llenos de preocupación. A poco rato se detuvieron. ¡Cuál no sería su sorpresa al ver en el suelo el copón y las hostias perdidos!
¿Qué había sucedido?
-Unos ladrones habían cometido ese sacrilegio. Hasta dar con ellos hubo procesiones. Españoles e indios salieron a las calles de Quito. Llevaban imágenes de santos y crucifijos e iban arrastrando cadenas y grillos. Algunas personas caminaban azotándose o puestas en cruz.
-¿Y para qué hacían todo eso?
Para calmar la furia de Dios. Decían que a Quito llegaría una terrible peste.
La procesión salió de la Iglesia de Santa Clara. Siguió hasta el convento de Santo Domingo. De allí pasó a Santa Catalina. Luego se dirigió a las iglesias de la Compañía y La Catedral.
¿Qué pasó con los ladrones?
No aparecían por ningún lado. Entonces se organizó otra procesión tan grande y devota como la primera pero tampoco se dio con los ladrones. Cierto día fueron descubiertos por una india. Habían pensado que la caja del Santísimo era de plata maciza y guardaba joyas muy finas. Pero no hallaron sino el copón y las hostias. Por eso los botaron en la quebrada y luego huyeron a Conocoto.
¿Qué castigo recibieron los ladrones?
El morir ahorcados, arrastrados y descuartizados.
¿Se cumplió esa orden?
Al pie de la letra. En el lugar donde los religiosos encontraron los objetos sagrados se levanta hoy la Iglesia del robo.
El Padre Almeida
En el convento de San Diego vivía hace algunos siglos un joven sacerdote, el padre Almeida, cuya particularidad era su afición al aguardiente y la juerga.
Cada noche, el padre Almeida sigilosamente iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como ésta se hallaba muy alta, él subía hasta ella apoyándose en la escultura de un Cristo yaciente. Se dice que el Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le preguntaba al juerguista: "hasta cuando padre Almeida
lo que él respondía: "hasta la vuelta, Señor"
Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y el aguardiente corría por su garganta sin control alguno…con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente, los planes del padre Almeida eran seguir en ese ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente. Una madrugada, el sacerdote volvía tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su morada, cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora y como era curioso, decidió ver en el interior del ataúd, y al acercarse observó su cuerpo en el féretro.
El susto le quitó la borrachera. Corrió como un loco al convento, del que nunca volvió a escaparse para ir de juerga.

LA DAMA TAPADA
Hace más de doscientos años en las calles apartadas de Guayaquil, los trasnochadores veían la Dama Tapada. Anoche vi a la Dama Tapada, contaba en una reunión de amigos, el Fulanito. Son puros cuentos, respondía el amigo con aires de valentón. Yo nunca he tropezado con ella. Nunca se la ve antes de las 12 de la noche, ni después de las campanadas del alba, opinaba otro asistente a la reunión. Según la leyenda, la Tapada era una dama de cuerpo esbelto mandar garboso, que asombraba en los vericuetos de la ciudad y se hacía seguir por los hombres. Nunca se supo de dónde salía. Cubierta la cabeza con un velo, sorpresivamente la veían caminando a dos pasos de algún transeúnte que regresaba a la casa después de divertirse. Sus almidonadas enaguas y sus amplias polleras sonaban al andar y un exquisito perfume dejaba a su paso. Debía ser muy linda. Tentación daba alcanzarla y decirle una galantería. Pero la dama caminaba y caminaba. Como hipnotizado, el perseguidor iba tras ella sin lograr alcanzarla. De repente se detenía y, alzándose el velo se enfrentaba con el que la seguía diciéndole: Mírenme como soy... Si ahora quiere seguirme, síganme...Una calavera asomaba por el rostro y un olor a cementerio reemplazaba el delicioso perfume. Paralizado de terror, loco o muerto quedaba el hombre que la había perseguido. Si conservaba la facultad de hablar, podía contar luego que había visto a la Tapada

EL TREN NEGRO 
        En el límite entre la provincia de Tungurahua y Cotopaxi, cerca de Salcedo,estála laguna de Yambo, que tiene sus aguas verdosas, lo que no permite mirarmásde un metro de profundidad. Se cree también que la laguna está encantada, allí se hundió un tren del cual nunca señaló rastro alguno ni de los pasajeros tampoco. Cuentan los moradores del sector que por la vía férrea que bordea peligrosamente las peñas sobre la laguna, corría un tren viejo, tan viejo y herrumbrado que parecía ser de color oscuro. La gente lo llamaba el tren negro. Un Viernes Santo mientras hacía el recorrido de la tarde desde Quito hasta Riobamba, la locomotora tuvo que detenerse a la mitad del trayecto. Había llovido en la provincia de Cotopaxi y un gran derrumbe tapaba la vía. Los ferroviarios trabajaron el día entero para despejarle y solo cuando oscureció, los pasajeros se pudieron acomodar en los vagones y reiniciar la marcha. El tren negro pasó pitando por Salcedo antes de las once de la noche; pero al llegar al sector de Yambo, donde los aguaceros habían arrastrado gran cantidad de lodo hacia los rieles, ocurrió el descarrilamiento con un rugido estruendoso. Los pasajeros, que dormían fatigados, despertaron al sentir que la máquina se precipitaba al vacío. Algunos alcanzaron a implorar a Dios por la salvación de sus almas. Otros pidieron perdón por ofender a Cristo al viajar en día santo. El tren dejó escuchar su estrepitoso silbato en medio de la noche; como un monstruo agonizante cayó y se hundió en las aguas de la laguna sin fondo. Debido a que nunca se encontró rastro alguno se cree que todos los ocupantes desaperecieron.Ellos se volvieron parte de la leyenda: cada Viernes Santo, a las doce de la noche, si  uno pasa por la carretera hacia Ambato escuchará el espantoso silbato del tren negro, acompañado por los gritos de las almas condenadas que penan en el fondo de las aguas.



LA CAPA DEL ESTUDIANTE


Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes se preparaban para rendir los últimos exámenes de su año lectivo. Uno de ellos, Juan, estaba muy preocupado por el estado calamitoso en el que se hallaban sus botas y el hecho de no tener suficiente dinero para reemplazarlas. Para él era imposible presentarse a sus exámenes en semejantes fachas; sus compañeros le propusieron vender o empeñar su capa, pero para él eso era imposible finalmente le ofrecieron algunas monedas para aliviar su situación, pero la ayuda tenía un precio; sus amigos le dijeron que para ganárselas debía ir a las doce dela noche al cementerio de El Tejar, llegar hasta la tumba de una mujer que se quitó la vida, y clavar un clavo, Juan aceptó. Casualmente aquella tumba era la de una joven con la que Juan tuvo amores en el pasado y que se quitó la vida a causa de su traición. El joven estaba lleno de remordimiento pero como necesitaba el dinero, acudió a la cita. Subió por el muro y llegó hasta la tumba señalada mientras clavaba, interiormente pedía perdón por el daño ocasionado. Pero cuando quiso retirarse del lugar no pudo moverse de su sitio porque algo le sujetaba la capa y le impedía la huida sus amigos le esperaban afuera del cementerio, pero Juan nunca salió. A la mañana siguiente, preocupados por la tardanza se aventuraron a buscarlo y lo encontraron muerto. Uno de ellos se percató de que Juan había fijado su capa junto al clavo no hubo ni aparecidos ni venganzas del más allá, a Juan lo mató el susto.

                      EL SAPO KUARTAM SE TRANSFORMA EN TIGRE
       Un shuar iba de cacería e incrédulo imitó el canto del sapo Kuartam, que vive en los árboles. Kuartam-tan, Kuartam-tan  lo retó en medio de la noche, pero nada pasó. Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes, dijo y rió. No lo hagas, le había dicho su mujer, porque puede transformarse en un tigre. No le creyó. Kuartam, el sapo, se convirtió en felino y lo comió. Nada se escuchó de su ataque, pero la mitad del cuerpo del shuar había desaparecido. Al alba, la muchacha decidió matar a Kuartam. Llegó hasta el árbol donde el batracio cantó la noche anterior. Tumbó el árbol que al caer mató a Kuartam, que se había convertido en un sapo con un estómago inmenso. La mujer cortó rápidamente la panza de Kuartam y los pedazos del shuar rodaron por los suelos. La venganza no le devolvió la vida al shuar pero su mujer pudo contar que nunca es bueno imitar a Kuartam. A lo lejos de la tupida floresta se escuchó un nuevo: kuartam-tan, kuartam-tan  sin saber si era un sapo o un shuar a la espera de un tigre



 LAGARTIJA QUE ABRIÓ LA CALLE MEJÍA

     Cuenta la historia que más o menos por los años de 1878, en lo que hoy comprende las calles de Olmedo, Guayaquil y Flores existía ahí el convento de los padres agustinos, un edificio muy antiguo de estructura débil. En la parte trasera del convento existía un huerto, que no producía más que maleza en él  no existía ni frutos o verduras y no tenía ninguna utilidad ni para los agustinos mucho menos para la población cercana. La estructura del convento como estaba un poco débil por los diferentes terremotos de los años de 1660, los agustinos decidieron construir en su parte trasera un muro que sostenga al convento. Este muro tenía la forma de un triángulo, y los agustinos decidieron ponerle el nombre de Cucurucho de San Agustín, es de ahí de donde nace el término de Cucurucho de San Agustín que más tarde le dará diferente significado la sociedad. La base de este muro se encontraba en la huerta del convento .Andrade Marín insiste al padre encargado alegando que esa huerta no tiene ninguna utilidad y más bien puede suceder que sirva de guarida para las alimañas y lo más seguro es que estas suban a los dominios de alguna persona, pero siempre las respuestas del padre fueron negativas. Luego de un mes sin previo aviso el padre manda a llamar a Andrade Marín de suma urgencia. Marín se dirige de inmediato y el padre le esperaba con una sorpresa. Le dice que le autoriza realizar la ampliación de la calle y todo lo que el quiera hacer. Marín sorprendido por el cambio repentino del padre le pregunta el por qué se su cambio de respuesta. El padre le contesta que la noche anterior justo al irse acostar, levantó las cobijas y vio en la almohada de su cama una lagartija y entendió que esa sabandija era un anuncio.



EL CRISTO DE LOS ANDES

     Los sacerdotes no podían creerlo, Manuel Chili, el pequeño indígena que se descolgaba de un lado a otro entre andamios y pasadizos en el interior de la iglesia de La Compañía, de pronto se convirtió en un gran artista. Los jesuitas, sorprendidos de la habilidad de este joven, decidieron tomarlo a su cargo, darle vivienda, comida y un poco de dinero, pues los talladores no tenían el reconocimiento de verdaderos artistas. También le ofrecieron una preparación especial en el arte, para que obtuviera un mejor dominio de la escultura y la pintura. Así nació el gran ¡Cas picara! Manuel trabajaba doce horas al día sobre andamios y bordes peligrosos. Esto le creó una extraña fobia a las alturas. Cuentan que por esta fobia permanecía largos ratos en silencio y con los ojos cerrados. El capellán de la iglesia cuando lo veía se enfurecía: él imaginaba que Manuel Chili estaba dormido. Su fama se extendió y sus obras empezaron a cotizarse en grandes pesos en oro. Las iglesias de nuestro país, como también las de Colombia, Perú, Venezuela y España, gozaban con la majestuosidad de sus cristos, marías y niños dioses. Es tanta la belleza de estas imágenes, que mucha gente les ha dado virtudes milagrosas .Actualmente sus obras no tienen precio, están valoradas en millones de dólares y son patrimonio cultural del país irónicamente, el maestro Manuel Chili murió en la pobreza mayor, abandonado en un hospicio y despreciado por la gente

 CAJA RONCA

        La Caja Ronca es un tambor que emite un sonido pausado, ronco y lejano, acompañado por el silbido triste de un flautín. Anuncia el inicio y final de la procesión de almas condenadas y demonios que recorre los pueblos del norte y centro de la Sierra, pasadas las 11 de la noche y luego de que una jauría de perros aúlla. Este instrumento es tocado por dos espectros vestidos de rojo, uno de los cuales encabeza el terrorífico cortejo y otro que va al final del mismo. La Caja Ronca se oye desde una gran distancia para advertir e invitar a los noctámbulos descarriados a que se recojan y no salgan de sus casas, porque de lo contrario serán escogidos por los espectros de ultratumba para que los acompañen a la otra vida. Hay quien dice que, ciertas veces, el propio Diablo ha llegado a tocar este instrumento, con el propósito de asustar a la gente y permitir que los ladrones realicen sus fechorías .Como remedio para alejar y hacer desaparecer el fúnebre sonido y la procesión que los compaña, se recomienda pellizcar a un niño de pecho, pero que ya haya sido bautizado




 MARIANGULA

     María Angula era una niña alegre y vivaracha, hija de un hacendado de Cayambe. Le encantaban los chismes y se divertía llevando cuentos entre sus amigo para enemistarlos. Por esto la llamaban la mete pleitos, la lengua larga o la "carishina "chismosa. Así, María Angula creció 16 años dedicada a fabricar líos con la vida de los vecinos, y nunca se dio tiempo para aprender a organizar la casa y preparar sabrosas comidas. Cuando María Angula se casó, empezaron sus problemas. El primer día Manuel, su marido, le pidió que preparara una sopa de pan con menudencias y María Angula no sabía como hacerla. Quemándose las manos con la mecha de manteca y sebo, encendió el carbón y puso sobre él la olla sopera con un poco de agua, sal y color, pero hasta ahí llegó: ¡no sabía qué más hacer !María Angula se incorporó horrorizada y, con el miedo saliéndole por los ojos, contempló como la puerta se abría empujada por esa figura luminosa y descarnada. María Angula se quedó sin voz. Ahí, frente a ella, estaba el difunto que avanzábamos tirándole su mueca rígida y su vientre ahuecado:¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura! Aterrada, para no verlo, se escondió bajo las cobijas, pero en instantes sintió que unas manos frías y huesudas la tomaban por sus piernas y la arrastraban, gritando:¡María Angula, devuélveme mis tripas y mi puzún que te robaste de mi santa sepultura! Cuando Manuel despertó, no encontró a su esposa, y aunque la buscó por todas partes, jamás supo de ella


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